Lunes, 03 Diciembre 2018 09:44

Análisis químicos confirman que el poblado ibero del Cerro de la Cruz fue arrasado por los romanos

Escrito por UCC+i
De izquierda a derecha de la imagen, Dolores Esquivel, César Jiménez, José Rafael Ruiz y Daniel Cosano, del Departamento de Química Orgánica de la UCO y autores del estudio. De izquierda a derecha de la imagen, Dolores Esquivel, César Jiménez, José Rafael Ruiz y Daniel Cosano, del Departamento de Química Orgánica de la UCO y autores del estudio.

Un grupo de investigación de la Universidad de Córdoba (UCO) ha empleado por primera vez distintas técnicas de análisis químicos para determinar el estado de corrosión de un caldero de bronce del poblado ibero del Cerro de la Cruz, en Almedinilla (Córdoba). Tras estudiar varios fragmentos mediante varias técnicas instrumentales, se concluye que el tipo de corrosión sufrida por el objeto resulta compatible con la hipótesis arqueológica de que el asentamiento fue devastado en las guerras lusitanas del siglo II a.C.

El equipo de investigación del Departamento de Química Orgánica de la UCO que ha liderado el trabajo ha empleado diferentes técnicas instrumentales, basadas en la absorción o emisión de radiación electromagnética por un cuerpo, para caracterizar el estado de corrosión en el que se encuentran los fragmentos de este caldero de bronce. El bronce es una aleación metálica formada por cobre y estaño usada desde la Antigüedad. En entornos ‘agresivos’ como tumbas o enterramientos, el bronce sufre una corrosión característica que se puede analizar mediante estas técnicas experimentales.

El objetivo de determinar el estado de corrosión de un objeto de bronce es importante con vistas a su restauración. Hay que ver si sufre la denominada ‘enfermedad del bronce’, porque en determinados casos puede que, aún eliminando las primeras capas de corrosión, esta aparezca de nuevo al exponer la superficie no corroída a la atmósfera”, explica a la Fundación Descubre José Rafael Ruiz Arrebola, director del Departamento de Química Orgánica de la UCO y uno de los autores del trabajo, publicado en la revista Spectrochimica Acta Part A: Molecular and Biomolecular Spectroscopy.

En concreto, en el estudio “Spectroscopic analysis of corrosion products in a bronze cauldron from the Late Iberian Iron Age”,se utilizaron cuatro técnicas en las que se exponen los fragmentos a determinadas longitudes de onda del espectro electromagnético: difracción de rayos X, que ofrece información sobre las fases cristalinas de los compuestos que se han formado con la corrosión; microscopía electrónica de barrido con energía dispersiva de rayos X, que muestra la composición elemental superficial de los fragmentos estudiados; espectroscopia Raman, que utiliza un haz de luz láser para revelar los compuestos químicos presentes en el caldero; y fluorescencia de rayos X, que, además de determinar la composición química total del objeto, permite ver la distribución de un elemento concreto en una zona tridimensional del caldero.

“El uso conjunto de las técnicas empleadas nos permite, por un lado, caracterizar los compuestos de corrosión que se han formado a nivel superficial, así como determinar la profundidad de la corrosión en el material. En el caldero estudiado esta corrosión es total, no queda rastro de la aleación original”, afirma el catedrático de la UCO. El objeto fue encontrado junto a otros (ánforas, vasijas de cerámica, copas…) en uno de los edificios situados en la calle principal del poblado utilizado probablemente para almacenar grano. Muestra signos de reparaciones y se utilizaba para cocinar. El asentamiento, originario del siglo III a.C., era de tamaño medio y los edificios estaban hechos de piedras y adobe, con dos plantas y una terraza.

Pero el resultado más interesante de este exhaustivo análisis fue comprobar que la corrosión se produjo de forma distinta por cada una de las dos caras del caldero. Por un lado, una corrosión confirma que una de sus caras se encontraba en contacto con el suelo. Por otro, la presencia de malaquita muestra una corrosión diferente debido a que fue sepultado por las paredes que formaban la estancia en la que se encontraba, construidas a base de cal y adobe. “En resumen, el caldero se encontraba sobre el suelo cuando se produjo el derrumbe de la estancia como consecuencia del ataque que destruyó el poblado”, concluye el investigador.

La información extraída del estudio de la corrosión confirma los datos arqueológicos recabados hasta la fecha, según los cuales el poblado fue arrasado por tropas romanas al mando del general Serviliano durante las guerras lusitanas del siglo II a.C., en las que los pueblos del oeste de la península Ibérica se enfrentaron a la República romana. En el yacimiento arqueológico del Cerro de la Cruz se hallaron restos humanos mutilados e indicios de intensos fuegos que destruyeron los edificios. Diversos elementos del yacimiento como monedas y cerámicas permiten situar la fecha de la destrucción del poblado en el año 141 a.C., fecha en la que el cónsul Serviliano reanudó su campaña contra Viriato en la zona. El carbono 14 ha confirmado esta fecha.

“Este es un claro ejemplo de cómo las ciencias experimentales pueden soportar conclusiones arqueológicas”, subraya José Rafael Ruiz Arrebola. Es la primera vez que el grupo de investigación de la UCO emplea estas técnicas en objetos procedentes de este yacimiento situado en la localidad cordobesa de Almedinilla, declarado Bien de Interés Cultural. Ahora pretenden aplicar esta metodología a objetos de otros yacimientos, como monedas antiguas, pinturas murales romanas y árabes, morteros… A partir de su composición química se puede extraer mucha información. Si se aplica a la pintura mural, se puede saber qué técnica emplearon los artistas, se puede relacionar con el comercio de la época histórica o certificar la autenticidad de una pieza arqueológica, por ejemplo.

Referencias:

Cosano, D.; Esquivel, D; Mateos, L.D.; Quesada, F.; Jiménez-Sanchidrián, C.; Ruiz, J.R., “Spectroscopic analysis of corrosion products in a bronze cauldron from the Late Iberian Iron Age”, Spectrochimica Acta Part A: Molecular and Biomolecular Spectroscopy (2018) 489–496

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