Page 17 - Clases para cachorros de perros y gatos
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su animal y cuenten qué esperan de él y de las clases, así como algún problema de comportamiento que hayan podido tener hasta el momento. Con esto perseguimos conocer un poco más a los dueños y además a crear un ambiente más relajado (Seksel, 1997).
A continuación procedemos a una sesión de juego libre de unos 15 minutos, como apoyan González- Martínez et al. (2019). Invitamos a que vayan soltando a los cachorros, de uno en uno, siempre controlando que los más activos no atosiguen a los tímidos, pudiendo volver a atar a aquellos cuyo juego exceda la intensidad aceptable. Debemos aprovechar estas interacciones para instruir a los propietarios en qué comportamientos son normales y cuáles no.
Una vez que los cachorros se hayan calmado un poco tras el juego inicial y estén más receptivos, podemos continuar demostrando a la familia cómo practicar la llamada con su cachorro e invitándoles a que practiquen ellos mismos. Seleccionamos a uno de los cachorros eliminando las distracciones ambientales y llamamos su atención con la vocalización de su nombre en un todo agradable y positivo. Cuando el cachorro responda desviando su atención hacia nosotros, le premiamos con una “chuche” y la correspondiente felicitación verbal. Tal como sostienen González-Martínez et al. (2019), la duración de estas sesiones de entrenamiento debe fijarse acorde a la capacidad de concentración de los cachorros.
En este punto, dado que ahora es cuando los animales estarán más bajos de energía, demostramos a los propietarios cómo realizar un examen básico del animal, incluyendo patas, orejas, ojos y dientes, resaltando la importancia de hacer revisiones periódicamente para que el animal se acostumbre al manejo (Seksel, 1997).
Concluimos la clase con otra sesión de juego libre y animamos a las familias a plantear todas las preguntas que les hayan surgido. Aconsejamos a los dueños que practiquen la llamada durante el período entre esta sesión y la segunda.
Segunda Sesión
Comenzamos, como cada sesión, con un periodo de juego libre (González-Martínez et al. 2019), que permita a los cachorros relajarse y se reencuentren con la atmósfera de las clases.
Fuera de esta área hemos preparado objetos para trabajar la desensibilización auditiva, a texturas y olfato, como felpudos, alfombras olfativas, conos de plástico, pelotas de plástico que pueden colocarse sueltas o en el interior de una pequeña piscina, botellas de plástico con piedrecitas dentro, peluches, cadenas metálicas y placas de diferentes materiales ubicadas en el suelo. Permitimos que los cachorros exploren ellos mismos los diferentes elementos. El objetivo es que sean ellos mismos los que provoquen ruidos y diferentes estímulos. También estaremos estimulando la propiocepción, de manera que los cachorros van aprendiendo a controlar su propio cuerpo y sus movimientos, a la vez que se fomenta su
Villalba Romero, Menor-Campos


























































































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